Jineteadas, ¿salvaje práctica o valiente tradición?

Jineteadas, ¿salvaje práctica o valiente tradición?

Por: Laura Vaillard

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Hace unos años les conté sobre mi experiencia en las charreadas, esos rodeos mexicanos protagonizados por los charros, los primos lejanos de los gauchos de nuestras pampas. En aquel entonces, el mexicano Homero Elizondo Sosapavón me ayudó a completar el artículo, mientras que en esta oportunidad le tocó al cordobés Samir Nihany.

Antes de escribir sobre las jineteadas, empecé a leer artículos en Internet para encontrar información sobre su historia y cómo se habían originado. Así fue como me crucé con una nota de Oscar Scarpati Schmid titulada “El backstage cruel de las jineteadas” que había sido publicada en enero de 2013 en el diario La Nación.

El artículo presentaba a las jineteadas como una práctica salvaje utilizada por los dueños de los campos para generar ingresos a costa de la integridad de los caballos. Sin embargo, los recuerdos de mi infancia me decían que esto no podía ser verdad. Cuando cerraba los ojos y memoraba aquellas tardes que pasábamos en los campos de Córdoba y Santa Fe, me venían a la mente imágenes de lustrosos y brillantes pelajes e innumerables relatos en los que, tanto los dueños como los peones, hablaban de sus animales como una extensión de su familia.

Por lo tanto, antes de escribir sobre el tema, opté por ir a las fuentes para determinar si las jineteadas son una práctica salvaje y una valiente tradición.

Si bien, seguramente haya personas que se abusan de los caballos y los maltratan con un fin económico, este grupo de personas son más bien la excepción.

A los caballos de las jineteadas se los cuida muchísimo”, asegura Samir Nihany. “Se los alimenta adecuadamente, se los mantiene con las vacunas al día, se los desparasita… Todos tienen la libreta sanitaria del SENASA”, afirma. “El tiempo de “castigo”, si es que quieren llamarlo así, varía según el tipo de disciplina: en la crina son 7 segundos, en la gurupa 12 segundos y en basto-encimera 15 segundos. Sin embargo, las espuelas que se usan no cortan ni lastiman a los caballos, solamente los pincha. Si uno multiplica los segundos que reciben de “castigo” por el número de veces que cada animal participa en una jineteada al año (esto varía según cada tropillero), no llega ni a los 15 mintos por año”, destaca Nihany.

Esta afirmación deja en claro que la declaración de Scarpati Schmid es su artículo donde escribe que el castigo es como una “puñaladas de la espuela, la marca ardiente del rebencazo y la llaga sangrante de la encía herida por el ceñido bocado de lonja”, es una exageración injusta de la realidad. Es más, los expertos aseguran que muchas veces los caballos de las jineteadas son incluso los más cuidados.

Por su parte, el artículo también indica que los dueños de los campos utilizan estas prácticas de modo lucrativo, mientras que ellos mismos indican que por el contrario invierten más dinero en las jineteadas que lo que recuperan.

Por si fuera poco, “el jinete que monta el caballo de juega la vida, ya que un apretón de un animal que pesa alrededor de 500 kilos puede ser mortal”, resalta Nihany. Es una práctica para valientes; una forma de conservar la tradición y cuando culmina la jornada los caballos vuelven al campo a pastar y a su vida natural, no van al frigorífico como dice el artículo.

El tropillero ama a sus caballos, controla que las espuelas no estén trabadas y que giren en su totalidad ya que si e traban se transforman en puñales para el caballo y pueden generar graves heridas. Esto es importante para cuidar la salud del caballo como para poder competir dado que una espuela disfuncional descalifica al jinete. Es más, haría cualquiera cosa por cuidarlos y así poder mirar al horizonte con un mate y ver como sus potros galopan libremente acariciados por el sol.

Otras curiosidades: Responde Samir Nihany

¿Por qué corcovea el caballo?

El caballo corcovea por miedo. Lo hace principalmente durante las primeras echadas (las primeras veces que se lo monta). A medida que los jinetes lo siguen montando, el animal empieza adquirir cierta cuota de confianza, de poder, de ganas, de fuerza, de bravura y coraje en la que el miedo disminuye y deja de arquearse. Por ende, pasa hacer un animal distinto, no sufre, y simplemente espera a que lo monten para salir con todas sus ganas y bajar a quien lo monte.

¿Los caballo para las jineteadas son un negocio?

A los caballos de jineteadas no se los ve como un negocio. Es más, no existe rentabilidad alguna, ya que a una madre reservada hay que darle de comer y cuidarla durante sus 11 meses de gestación, luego cuidar el potrillo durante unos 6-7 meses hasta que se los desteta, y después reservar a este potrillo unos 3 años aproximadamente hasta que recién se los puede echar a las jineteadas.

Toda esta cuota de alimentos, cuidado, vacunación y sanidad, sacrificio y esmero es absorbida por su tropillero, quién no percibe ganancia, simplemente pasión por criar el animal. Los caballos son pagos en las jineteadas y no siempre es así, ya q cuando una jineteada se hace a caballo elegido el tropillero va con su animal y su jinete para ver si tiene la suerte de cobrar si alcanza los primeros puestos en la competencia. De lo contrario, regresa a su rancho sin un peso. Es decir, no se vive teniendo caballos de jineteada.

Si un caballo deja de corcovear, se lo puede amansar y criarlo como animal para trabajo. No necesariamente van al frigorífico como narra el artículo de Scarpati Schmid. ¡Pero esto es una decisión que debe tomar el tropillero! Criar caballos para enviarlos al frigorífico no es rentable, ya que un caballo come 1.25 veces de lo que come una vaca. Por ende, el campesino preferiría dedicare a criar vacas y no caballos por una razón obvia.

Espero que les haya servido el artículo para aclarar dudas. Las jineteadas son un acto de tradición, y definitivamente no son ningún negocio.

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7 comentarios

Aunque estoy un poco alejada del campo, tengo mucha familia que sigue con la tradición y veo cómo los cuida y habla de ellos. No podía dejar que la gente se quede con la visión de ese desafortunado artículo de La Nación. Gracias por pasar y gracias por el comentario!!!

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