Protagonizando una Película Americana: Homecoming Weekend

Protagonizando una Película Americana: Homecoming Weekend

Escrito por Laura Vaillard con colaboración de Lucía Tissone (Buenos Aires, Argentina)

Football, football, football. Sí, este fin de semana el protagonista fue el football, no el fútbol como suele ser en Argentina.

 

Secundaria:

El viernes por la tarde manejamos más de una hora desde el centro de Houston hasta Katy al oeste de Houston para ver el partido de Homecoming de Seven Lakes (el equipo de football americano de una de las secundarias de esa localidad).

Aunque ya había asistido a varios juegos de football, me mataba la curiosidad de ver cómo eran los juegos de secundaria; los típicos que uno ve en las películas americanas… y debo admitir que es igual.

Las chicas van SUPER producidas, casi parecen que van a un cumple de quince (aunque con menos ropa), y pasean por los pasillos como si fuesen pasarelas mostrando el “premio vaca” que les dio su cita para el baile de Homecoming (digo “premio vaca” porque se asemeja los premios que les colocan a las vacas durante las ferias rurales. En realidad se llama “mum (diminutivo de chrysanthemum) y es un círculo recargado de cintas, muñequitos, firuletes y cualquier cosa que se te ocurra).

Además estaban las típicas cheerleaders, los jugadores de football uniformados con sus cascos y hombreras gigantes, la banda, los populares, los no populares… No faltaba ninguno en el casting.

Sin embargo, lo más curioso fue que NADIE le estaba prestando atención al juego… Parecía que todos habían ido a «caretear» no más… Y para colmo el equipo al que supuestamente alentábamos perdió 24 a 0. Una experiencia interesante, pero sin emoción de triunfo. De todas formas valió la pena sentirme protagonista de una película holywoodense, aunque sea por un par de horas.

 

Facultad:

Al día siguiente llevé a un grupo de ocho personas a conocer Dallas/Fort Worth, que mi hogar durante los 4 años de universidad.

La aventura comenzó a las 7:45 de la mañana en el lobby del hotel, rodeados de bolsas de supermercado y mil panes con mayonesa sobre la mesa mientras preparábamos sándwiches tal cual línea de producción… Pan, mayo, queso, queso, jamón, jamón, jamón, pan… etc.

Llegamos a Dallas y allí empezó una maratón sin paradas…Hicimos el tour por la plaza donde asesinaron a Kennedyarmamos picnic frente al court house, caminamos por Downtown y fuimos al Arboretum (un lago con bici senda precioso para pasar la tarde al aire libre).
Luego manejamos hasta Fort Worth para ver el partido de football universitario TCUvs. SMU en Fort Worth, donde TODO era más grande y más intenso que en el partido de la secundaria.

Cuando llegamos todo el pueblo estaba vestido de violeta (los colores del equipo local, TCU, Texas Christian University). Las casas con flores violetas y banderas de TCU violetas, los carteles de las calles eran violetas, había gente con pelo violeta, absolutamente TODO estaba violeta.

La euforia por el partido se vivía tanto dentro como fuera del estadio y todos estaban preparados para alentar al equipo y no mostrar los regalos que habían recibido de su cita como en el partido en la secundaria.

Afuera del estadio las personas celebraban “tailgating” , comiendo panchos, barbacoa (asado), hamburguesas, nachos y papas fritas, tomando gaseosa y cerveza, jugando, cantando, etc. A su vez la banda pasaba alrededor del estadio para incitar a las personas a que entraran al estadio a alentar al equipo.

Dentro del estadio la fiesta era aún mayor, con una banda en vivo de más de 100 personas con tambores, trompetas, trombones, clarinetes, etc., cheerleaders, SuperFrog (la marcota del equipo de TCU), drill team, bailarinas y todos los estudiantes y ex-alumnoscantando los cánticos de la universidad para hacerle barra al equipo.

Cantamos y bailamos con la banda, nos ganamos la única pizza que regalaron para todo el estadio (en realidad no sabemos para quién era, pero cuando pasó por nuestro lado estábamos tan muertos de hambre que comenzamos a gritar “Pizza, pizza pizza!” y nos la regalaron a nosotros); también nos ganamos varias porciones de papas fritas de Wataburger y pelotas de football americano violetas.


Ya había ido a varios partidos de football americano de mi universidad, pero fue la primera vez que realmente entendí las reglas del juego y por ende entendí bien lo que sucedía dentro de la cancha.

También fue la primera vez que pude disfrutar a fondo las 5 horas de juego (sumando el tailgate con las tres horas y medias que dura el juego), bailando con la banda y alentando al equipo sin tener que preocuparme de que tenía que regresar a mi casa para estudiar.

No fue la primera vez que presencié un partido de football americano en vivo, pero fue la primera vez que lo viví con la euforia y la emoción que uno ve en las películas. RA, RA, TCU!

Long live the Horned Frogs!

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