Por: Santiago del Giudice (Buenos Aires, Argentina)
A principios de agosto Victoria se volvió a la Argentina y yo me fui a viajar y a seguir descubriendo África. Esta etapa, al igual que la del voluntariado en el colegio, fue súper importante ya que era una de mis dos grandes ambiciones que tenía en este viaje: ayudar y viajar. Tuve la oportunidad de seguir recorriendo Kenya y tuve el placer de hacer rafting en el histórico río Nilo en Uganda. Dormí en unas cabañitas eco friendly muy hippies en una isla del Lago Victoria y luego llegué hasta el oeste de Uganda (casi el Congo) en donde me pasé una semana en el maravilloso Lago Bunyonyi. Después crucé a Tanzania, me la atravesé de norte a sur por completo hasta llegar a Malawi. Gran destino Malaui. Me tatué su bandera en mi brazo izquierdo. El negro representa a los pueblos indígenas del continente, el rojo simboliza la sangre de su lucha, y el verde representa la naturaleza. Por último, el sol naciente representa el amanecer de la esperanza y la libertad para el continente africano.
Conocí viajeros, conocí lugares, conocí pescadores, conocí rastas, conocí lagos, conocí islas, conocí personas y me conocí a mí.
No me tomé ningún avión. En total viajé más de 122 horas por barco, canoas, motos, matatus, vans y mini vans. Crucé lagos, crucé selvas, crucé desiertos, crucé sabanas, viajé con calor y con polvo. Caminé, transpiré, me reí y lloré. Subí mi mochila, bajé mi mochila, cargué mi mochila, me robaron pero seguí adelante. Nunca tuve miedo, nunca dejé de sorprenderme, nunca esperé nada más, siempre agradecí donde estaba y siempre fui yo quien decidió absolutamente todos los movimientos de mi viaje, las estadías, las duraciones, los lugares, las comidas, las cabañas y los hostels. La vida. Un viaje épico que quedará nada más que en mi memoria.
Luego de un mes viajando volví al colegio (para ese entonces el paro ya se había levantado). Es imposible que te cuente con palabras lo que fue el reencuentro con Catherina y sus amiguitas de Nursery Class. “Santiago! Santiago! Santiago!” empezaron a gritar mientras me abrazaban. Estaba desbordado de alegría, estaba desboradado de amor.
Esto fue alrededor del 8 de septiembre, por lo tanto me quedaba un poco más de un mes y medio para seguir desfrutando de Kangundo DEB Primary and Visually Impaired (Blind) School ; mi pasaje de vuelta tenía tenía fecha para el 30/10. Durante todo ese tiempo me dediqué a seguir ayudando en el colegio con lo que hacía falta, llevé a cuantos alumnos podía al hospital para hacerles chequeos, me animé a llevar a Catherina solo a Nairobi a que se haga unos estudios y me pasé horas observando a Erick y aprendiendo de él. Un día vinieron unos médicos de un centro oftalmológico a revisar a los alumnos y les compré anteojos a todos aquellos a quienes les hacían falta. Enseñé Inglés, Science y Social Studies. Me involucré como voluntario, como maestro, como hermano, como amigo, como doctor, como Papá Noel y como papá. Me uní al equipo de fútbol del pueblito con los que entrenábamos todos los días y caminé por las montañas mientras miraba como el sol se escondía detrás de ellas. Saqué fotos, dibujé, pinté, escribí y fui feliz.
Es hasta el día de hoy que sigo en contacto permanente con la gente del colegio y obviamente con mi princesita Catherina a quien llamo al celular de su profesora y seguimos cantando “Baby Shark” y “Choco- Choco – La –La”.
Como ya les dije a todos los profesores el día de mi despedida: “Fueron 7 meses y medio. Yo me voy, pero mi corazón va a quedarse acá, esta es mi segunda casa y este colegio se ha convertido en una de las prioridades de mi vida. Quiero verlo crecer tanto a la institución como a todos los alumnos que pasen por aquí, quiero que a nadie le falta nada y voy a trabajar toda mi vida para hacer que este sueño se haga realidad.”
