Roque Sáenz Peña, un puente entre dos naciones fundado por el sentimiento americano

Roque Sáenz Peña, un puente entre dos naciones fundado por el sentimiento americano

2- Foto del Estado mayor peruano. La misma fue tomada poco después de se retirara el mayor chileno Salvo. El de uniforme claro es Bolognesi y al extremo derecho es Sáenz Peña (1880)

Escrito por: Jesús Miguel Astorga (Lima, Perú)

En 1879, a sólo 58 años de su independencia, el Perú enfrentó la más sangrienta de sus guerras.

El ejército chileno ocupó a principios de ese año, la entonces boliviana Antofagasta, alegando una serie de incumplimientos de un contrato por la explotación del salitre. Inglaterra, que estaba interesada en tener el control mundial de dicho producto, le dio su respaldo al gobierno de Santiago. Pero en el sur del Perú (Arica y Tarapacá) habían ricos yacimientos que impedían este objetivo (curiosamente eran administrados por una empresa de un súbdito británico).

Lima intentó mediar en este conflicto porque temías graves consecuencias pues atravesaban por una crisis económica y sus tropas no estaban preparadas para la defensa. Los chilenos denunciaron la existencia de una alianza militar entre peruanos y bolivianos con lo cual se veían seriamente amenazados. En este contexto se desata la llamada Guerra del Pacífico.

El ejército peruano se organizó como pudo. Muchas personas sin si quiera una mínima formación militar se enlistaron. En medio de ellos apareció un joven argentino quien había abandonado en secreto su hogar. Roque Sáenz Peña pidió formar parte de la milicia. Ante la escasez de hombres con experiencia fue aceptado primero en la reserva y luego le dieron el grado de teniente coronel.

Como tal participó brillantemente en importantes combates al lado de los hoy héroes peruanos Andrés Avelino Cáceres y Francisco Bolognesi. Precisamente luchando junto a él cayó prisionero. En 1880 las tropas chilenas, inmensamente superiores, rodearon Arica (aún territorio peruano) y a fin de evitar un derramamiento de sangre enviaron al mayor José de la Cruz Salvo para negociar la capitulación. Bolognesi reúne a su estado mayor (en la foto tomada en ese mismo momento se puede ver a Sáenz Peña en el extremo derecho, lo cual nos da una idea de la importancia que le daban en ese entonces) y tras las deliberaciones rechazan rendirse. El 2 de junio Sáenz Peña recibe la visita de su amigo Miguel Cané, enviado por su padre, para convencerlo de que regrese a Buenos Aires, pero éste se niega. El 7 de junio, en lo que se conoce como la Batalla de Arica,  Roque Sáenz Peña, que dirigía el batallón Iquique No. 3, es detenido por el capitán chileno Ricardo Silva Arraigada, quien escribió de él:

Don Roque Sáenz Peña sigue tranquilo, impasible; alguien me dice que es argentino; me fijo entonces más en él; es alto, lleva bigote y barba puntudita; su porte no es muy marcial, porque es algo gibado; representa unos 32 años; viste levita azul negra, como de marino; el cinturón, los tiros del sable, que no tiene, encima del levita; pantalón borlón, de color un poco gris; botas granaderas y gorra, que mantiene militarmente”.

Sáenz Peña pidió volver al campo de batalla para buscar los restos de sus compañeros de armas.

Cuando volvimos al campo de los muertos (…) encontramos el cuerpo frío del que fue nuestro jefe (Bolognesi). Me detuve un momento en contemplarlo y aún conservo la impresión que me produjo la  disposición del cadáver profanado momentos antes; los bolsillos del pantalón estaban vueltos hacia fuera, se le había despojado de la chaquetilla y de las botas y un feroz culatazo le había descubierto la  parte superior del cráneo (…)”. Fuente

Sus impresiones del conflicto las plasmó en un parte de guerra escrito ese mismo día.

Luego fue sometido a juicio y trasladado a una cárcel cerca de Santiago. Por intermediación de su familia y del gobierno del Río de la Plata volvió a su patria seis meses después. Pero sus vínculos con el Perú no terminarían allí pues éstos habían sido forjados con sangre y fuego.

Pasaron varios años para que se promoviera un homenaje a Bolognesi y se puso en marcha la construcción de una plaza y un monumento. Se invitó a los sobrevivientes de la guerra para su inauguración, entre ellos a Sáenz Peña. Su llegada al puerto del Callao en 1905 fue multitudinaria. La ciudad entera salió a recibirlo con cariño como una muestra de agradecimiento. El día central de las celebraciones había preparado un emotivo discurso, pero el mismo no pudo ser pronunciado, sin embargo se conoce su contenido:

«Coronel Bolognesi: uno de tus capitanes vuelve, de nuevo, a sus cuarteles, desde la lejana tierra atlántica. Regreso con distancia de un cuarto de siglo, pero vuelvo sin olvidos y sin retardos, porque llego en la hora justa de tu apoteosis».

Y en un hecho inédito las Fuerzas Armadas peruanas le confirieron a un extranjero, Saénz Peña, el grado de general del Ejército y con tal honor comandó las tropas durante el desfile que se realizó.

Pero ¿por qué un argentino decide involucrarse en una guerra que no era suya?. La respuesta la encontramos en las propias palabras de Saénz Peña que están en la placa de uno de los monumentos de la capital peruana:

“La causa del Perú y Bolivia es en estos momentos la causa de América y la causa de América es la causa de mi patria (…) Yo no he venido envuelto en el manto del aventurero preguntando dónde hay un ejército para brindar mi espada (…) ni agita mi alma la sed de sangre y anarquía, no (…) Yo he dejado mi patria para batirme a la sombra de la bandera peruana, cediendo a ideas más altas, a convicciones profundas de mi espíritu (…) a las inspiraciones espontáneas del sentimiento americano”.

Sin duda ese sentimiento que embargaba al ex presidente era el de un americanismo más allá de las fronteras, el mismo que había promovido más de un siglo antes la independencia de las colonias de España.

Hoy, pese a que muchos peruanos ignoran su gesta, muchas calles importantes en Perú llevan el nombre de Saénz Peña, al igual que colegios, hay monumentos en varias partes y los diarios lo recuerdan cuando se conmemora alguna efemérides.

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