Abuela en el hospital con su familia alrededor.

La omisión de la familia Coleman continúa durante todo agosto. A partir de junio inició su temporada número 20 ininterrumpida en Timbre 4, los viernes a las 22.00.

Que la obra se haya mantenido a lo largo de 20 años, demuestra su fuerza narrativa y conexión con el público. Se trata de una pieza que podés ir a ver más de una vez y encontrar nuevos sentidos. El uso del humor negro, la parodia y la ironía, se da hasta en la música que eligen como representación de este absurdo.
«Que suerte que tengo una madre tan buena, que siempre vigila mi ropa y mi cena», suena de fondo la interpretación de la canción y es inevitable pensar en la contradicción con lo que se ve en el escenario.
Pero a su vez, los personajes son queribles. Una madre infantil y manipuladora, un hijo que no se cambia la ropa hace años, (interpretados brillantemente por Miriam Odorico y Fernando Sala), otro que roba insumos de un hospital. Y por otro lado, las dos hijas (masomenos decentes) que intentan escapar del caos de esta familia. ¿Podrán hacerlo? ¿A qué costo?
Es clave mencionar también a la abuela, interpretada por Cristina Maresca, que también está interpretando a Dora, en otra obra que recomendamos fuertemente. Ella cumple el rol de «unir» a esta familia que se está rompiendo en pedazos. Y por último, pero no por eso menos importante, los dos personajes secundarios: el doctor y Hernán (un joven que enamorado de una de las hijas, cae en medio de esta crisis familiar para sumar su aporte a la trama).
Esta casa, atrapa a sus integrantes y también a los que ya se fueron. Esta familia es el retrato de «familia disfuncional», un poco exagerado, pero con muchos rasgos, los espectadores podrán sentirse un poco identificados. Al fin y al cabo, como dice la madre Memé «son una familia tan normal como cualquier otra».
Todo cierra en un guión perfecto, que tal vez al principio cueste interpretar por la cantidad de violencia, pero luego todo va cerrando y no decae hacia el final como pasa con otras obras, sino todo lo contrario. Es un final sorprendente que te deja con una sensación agridulce. Recomendada si te gusta la comedia negra, no apta para moralistas.
Es una de esas obras que al final te deja movilizada, te vas de ahí y te pasaron cosas. Un público aplaudiendo de pie, a sala llena, que seguramente llegó a través del boca en boca y porque La omisión ya se convirtió en un clásico del off porteño.

Acerca de La omisión
Una familia viviendo al límite de la disolución, una disolución evidente pero secreta; conviviendo en una casa que los contiene y los encierra, construyendo espacios personales dentro de los espacios compartidos, cada vez más complejos de conciliar. Una convivencia imposible, transitada desde el absurdo devenir de lo cotidiano, donde lo violento se instala como natural y lo patético se ignora por compartido.

Nació en un PH en Boedo, que luego dio lugar al Teatro Timbre 4 que hoy conocemos. Desde su estreno en 2005 realizó 2159 funciones, 384 de ellas en 24 países y subtitulada en 8 idiomas, participó de 54 festivales internacionales y recibió 12 premios, nacionales e internacionales.

En palabras de su director, Claudio Tolcachir

«La cantidad de viajes, la posibilidad de vivir de nuestra vocación, conociendo el mundo y recibiendo tanto reconocimiento es una alegría que nunca se nos naturaliza y nos sigue sorprendiendo. Pero lo que más me enorgullece es haber podido, como equipo, compartir esta convivencia con alegría. Deseamos que mucha gente conozca nuestro
trabajo. Lo que nunca termina es nuestro deseo de seguir juntos.”

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