Por: Laura Vaillard
Llega la época de Navidad, y la mayoría de los cristianos se emociona por comenzar a decorar sus casas y armar el arbolito de Navidad.
Cuando vivíamos en Venezuela, comenzábamos los decorativos en noviembre en vísperas de la celebración de la Virgen de la Chinita o Virgen de Chiquinquirá.
En EEUU, comienzan a adornar las calles para el Día de Acción de Gracias, en Argentina, después del Día de la Virgen de la Concepción el 8 de diciembre, y en México después del 12 de diciembre cuando se celebra el Día de la Virgen de Guadalupe.
Pero la gran pregunta es, ¿por qué decoramos el arbolito?
Según algunos historiadores, cuando llegaron los primeros cristianos a Europa, encontraron que allí decoraban árboles de hojas perennes (hojas siempre verdes) para celebrar el nacimiento de Frey), Dios del Sol y la fertilidad, en una fecha cercana a la Navidad. Dicen que “esta planta simbolizaba el Universo, denominado Yggdrasil.”
Cuentan que un año, San Bonifacio (680-754) reemplazó con un pino uno de los árboles que representaba Yggdrasil y lo decoró con manzanas (que simbolizaban el pecado y la tentación) y velas (para representar al luz de Jesús).
Como suele suceder, las cosas mutan con el tiempo y uno continúa haciéndolas por tradición sin conocer bien por qué las hace. Sin embargo, aunque suene extraño, cada elemento del árbol tiene su significado:
- La estrella/puntero: Representa el lucero que siguió Jesús; “representa la fe que debe guiar la vida del cristiano, recordando la estrella de Belén”.
- Las bolas: representan las manzanas que colgó San Bonifacio; los pecados del hombre.
- Las luces: simbolizan las velas que encendió San Bonifacio y representan la luz de Cristo. **También se dice que “La forma triangular del árbol está relacionada con la Santísima Trinidad.”
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