Museo Botero: voluminoso arte

Museo Botero: voluminoso arte

Por: Laura Vaillard

Bogotá, Colombia

Botero es uno de los artistas vivos (pintor, escueltor y dibujante) más reconocidos de Latinoamérica y un ícono indiscutible de Colombia. Además, la singularidad de sus obras hace que cualquier persona pueda identificar su trabajo sin dudar.

Fernando Botero Angulo nació en Medellín, Colombia el 19 de abril de 1932, vivió en Colombia, México, España, Italia y EEUU, entre otros, y expuso sus obras tanto en las principales ciudades del mundo.

Originalmente, su tío lo había inscripto en el Liceo de Toreros de Colombia, pero al ver su talento artístico, la familia accedió a dejarlo explorar esa veta y en 1948, con tan sólo 16 años, realizó su primera exposición en Medellín.

Tras casarse con Gloria Zea, en 1956, se mudó a la Ciudad de México donde comenzó a explorar y trabajar con el volumen de los cuerpos. Este matrimonio no funcionó y a los pocos años se casó con Cecilia Zambrano, con quien tuvo a su hijo Pedro. Lamentablemente, tras la muerte de Pedrito, este matrimonio tampoco duró y volvió a divorciarse. La muerte de su hijo, tuvo también tuvo un fuerte impacto en su expresión artística.

A partir de 1969, Botero comenzó a viajar mucho en busca de inspiración y así conoció los más variados rincones del planeta. Hoy en día continúa con su vida nómada pasando sus días entre París, Nueva York y Bogotá.

Sus obras, caracterizadas por personas voluminosas juegan con el surrealismo, la ingenuidad de las personas, el humor, la ironía, las tradiciones colombianas. Las pinturas que más me gustan son aquellas llenas de color a través de las cuáles ridiculiza y se ríe de la naturaleza humana y muestra nuestro lado más decadente con simpleza y estilo.

Durante el recorrido por el museo una de las imágenes que más me impactó fue un cuadro en la que unos guerrilleros irrumpen una alegre fiesta matando a los bailarines. Botero muestra la brutalidad del hecho contraponiendo la euforia y la muerte, la alegría y la tragedia y la danza con el baile de las balas que somete a los invitados.

Otra de las obras que me impactó fue el arcángel: una figura ostentosa, pero vulgar; una mezcla de hombre y mujer; un ángel poco amable que sintetiza las contradicciones humanas.

Antes de viajar a Colombia, había escuchado hablar de Botero con frecuencia, y había visto sus obras en Buenos Aires (el torso en Av. Figeroa Alcorta) y en Singapur (la paloma), pero no me había llamado mucho la atención. No fue hasta que vi sus obras juntas y su evolución que pude disfrutar de la hermosura de su talento.

La Casa de la Moneda, Museo Botero

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