IMG00440-20130214-1757Por: Laura Vaillard

En algún momento me gané algún premio como mejor jugadora,  me convocó la selección venezolana y fui conocida por el “chapagol”.

Para recordar esas viejas épocas de oro, decidí volver a las canchas. ¿El resultado? Una pata de palo y ocho semanas parada, sin caminatas, sin bici, sin escalada y sin fútbol…

Sin embargo, como el pirata cojo, estos días comencé a ver Buenos Aires de otra manera. Me di cuenta de que las veredas tienen más pozos de lo que pensaba (el acelere diario te ciega de esta realidad), y que las personas en los bondis son aún menos amables de lo que parecen (sólo 1 de cada 5 personas te ofrecen el asiento voluntariamente sin que tengas que tocarles el hombro para que se levanten).

También me di cuenta de que Buenos Aires es la ciudad de las escaleras. Tal vez sea una estrategia para que no extrañe las montañas y los fines de semana colgada de las paredes del CENARD. Pero la realidad es que sea la cerveza, la música, la comida o el cine, todo parece estar a una fila de escalones de distancia.

Por suerte falta menos. Pero mientras tanto, me parece que voy a seguir escalando para alcanzar la felicidad.

¡Feliz viernes!

2 comentarios en “Buenos Aires de palo”

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