
Por: Laura Vaillard
Era una tarde fría de invierno. Uno de esos domingos en los que titubeás entre resguardarte en tu casa con una taza de té caliente a la merced de la tristeza dominguera o salir a enfrentarte al frío para despejar las ideas que durante la semana suelen permanecer encerradas entre las cuatro paredes de la oficina.
Luego de largos minutos de deliberación opté por la segunda opción. Me vestí con borcegos, pantalón largo, pulóver, bufanda, tapados hasta la pantorrilla, guantes y gorro y me aventuré a caminar por esa ventosa tarde porteña.
Más allá de mi valentía, no dejaba de ser domingo y el fantasma de la noche de los chorros me acompañaba en cada paso mientras caminaba por Avenida Libertador. Parecía que había llegado para quedarse cuando, de repente, los acordes de un saxo comenzaron a disipar su figura. ¿De dónde salía ese sonido?
¿Podía ser que La Biblioteca Nacional, el símbolo del “silencio por favor que estoy leyendo” fuera el escenario de esta explosión musical?
Sin pensarlo, dejé que las notas guiaran mis pasos hasta llegar al escenario en el que estaba tocando La Delio Valdez, una banda de cumbia y ritmos latinos de músicos argentinos con una fuerte influencia colombiana que volvió a engranar mi corazón, mis sentimientos y mi cabeza.
Si todavía no los conocen, les dejo un link para su previa del viernes y flyer para que los puedan ir a ver en vivo en su próximo show.
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Fuente de Foto: Facebook La Delio Valdez