Texto, fotos y video: Jesús Miguel Astorga

Viajar por los ríos de la selva es una experiencia inigualable que pocos turistas llevan a cabo. Se puede hacer en barco (existen cruceros de lujo, pero son caros) o en lanchas rápidas (algunas de ellas muy modernas).

Contrario a lo que uno cree navegar por estos enormes brazos de agua es menos movido que por mar, es casi como ir por una carretera y en algún momento puede parecer así cuando se cruzan en el camino distintas embarcaciones. La ruta que haremos va desde Yurimaguas hasta Iquitos.

Sorprende la cantidad de poblados que hay en ambos márgenes de los ríos y que, gracias a Dios, cuentan con mucho más comodidades que antes (televisión satelital, internet y telefonía celular son tres de ellas). No se ven comunidades nativas como las imaginamos. Lamentablemente algunas veces son ellas mismas las responsables de la contaminación.

No vi animales y había pocas aves, pero se les escucha. Dicen que están selva adentro, lejos de la civilización. Allí, en donde se siente con mayor intensidad la fuerza de la naturaleza pude observar a simple vista la Vía Láctea y una enorme luna.

El amanecer fue otro espectáculo: de la oscuridad casi total de pronto un brillo blanquecino aparece en el horizonte, luego se vuelve un pálido blanco e inesperadamente, con los primeros rayos del sol, estallan miles de colores. El agua se vuelve el espejo del cielo y no hay lugar en el mundo donde el aire sea más puro.

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