
Por: Laura Vaillard
Fotos por Laura Vaillard y Lucia Tissone (Buenos Aires, Argentina)
Nueva Orleáns es el lugar donde el viejo continente y el Nuevo Mundo se unen, en una ciudad que no se compara a ninguna otra ciudad estadounidense: con casitas bajas al estilo francés, músicos tocando jazz en las esquinas y personas tomando café en pequeños barcitos… Allí, esclavos africanos, indígenas y colonizadores europeos compartieron su cultura y se influenciaron mutuamente, motivados por el gobierno de Francia, hasta convertir Nueva Orleáns en una ciudad peculiar con una historia única. Desde su fundación en 1718, hasta que Napoleón la vendió a Estados Unidos en 1803, Nueva Orleáns fue una colonia regida por el imperio francés y el imperio español.
Entre 1920 y 1870, Nueva Orleáns siguió dándoles la bienvenida a inmigrantes de Alemania, Irlanda, Croacia, Italia, Grecia, las Filipinas y Haití, quienes continuaron añadiendo aún más diversidad cultural al lugar.
Durante carnavales y Mardi Gras, el martes anterior al miércoles ceniza, cada tarde, Nueva Orleáns demuestra su diversidad y fuerte cultura “creole”, a través de sus coloridas celebraciones de carnaval.
Mientras que durante la noche, la calle Bourbon se cubre de collares de colores que las personas lanzan desde los balcones a cambio de un poco de diversión: un baile, una sonrisa, un pecho, o cualquier parte del cuerpo que estés dispuesto a exponer… dependiendo de cuán atrevido seas.
Detrás de ésta enérgica y alocada Nueva Orleáns, existen partes de la ciudad donde todavía se observan vestigios de los destrozos ocasionados por el Huracán Katrina; un panorama que entristece el ambiente festivo y alegre de la ciudad. No obstante, el sonido del jazz que emerge de las arterias principales de la ciudad, logra alegrar rápidamente a sus visitantes.
En uno de los extremos del Quartier Francés de la ciudad, en la Plaza Jackson, se encuentra el Café du Monde, donde puedes probar las famosas vignettes, típicas de Nueva Orleáns.
A pesar de su nombre, el café era español en sus orígenes, y no francés, y más allá de su popularidad, la higiene y limpieza del lugar deja mucho que desear (sobretodo la cocina, por la que tienes que pasar para ir al baño). Aunque así y todo, sigue siendo un lugar ideal para descansar y recargar energías para seguir recorriendo esta hermosa ciudad.