
Texto: Melina Softa – Fotos: Melina Softa y Safa Öztürk
Bosnia y Herzegovina fue uno de los países que más me sorprendió durante mi último viaje. Quedé encantada con su gente y sus paisajes, y me pareció distinto a los demás lugares que había visitado (Múnich, Bruselas, Sugiton, Zadar, entre otros).
Sarajevo, su capital, me dejó sin palabras, por su historia y la mezcla estética y cultural que ofrece. Llegué al atardecer en autobús desde Kotor, aunque tuve que hacer una parada en Mostar, que ya conocía, porque no había buses directos ese día.
Salí de la estación y me dirigí a la parada de trams para tomarme el número uno al centro de Sarajevo y encontrar un hostel. Allí, esperé más de media hora (el transporte público no parecía pasar muy frecuentemente), mientras hablaba con un grupo de jóvenes de Turquía, quienes me ayudaron a llegar a la zona céntrica.
Más tarde, luego de instalarme y de comer algo, salimos los cuatro al famoso bar Zlatna Ribica. Estaba muy concurrido, pero conseguimos una mesita (era, en realidad, media mesa pegada contra la pared) y cuatro asientos, y compartimos un vino tinto de quince años. La mesa estaba resguardada por un vidrio, debajo del cual la gente dejaba recuerdos, desde billetes de su país, a boletos de avión. Este bar es un clásico de la ciudad, por su excentricismo y originalidad. El menú estaba colgado de la pared, donde también había pequeños cuadros y carteles característicos. Incluso el baño es todo un espectáculo (podés encontrar cualquier producto de belleza que se te pueda ocurrir, flores, y hasta un pequeño televisor vintage). Zlatna Ribica es un imperdible por su extravagancia, pero sólo al conocerlo por vos mismo podés comprender realmente lo inusual de su esencia.
Otra recomendación es hacer el Free Walking Tour de Sarajevo (yo hice el de Neno & Friends– no sé si hay otro). La chica que guió a mi grupo era una joven que vivió durante la guerra de Yugoslavia, y nos contó su ardua experiencia: cómo cortaron los suministros de comida, de tal forma que, a veces, comían alimentos vencidos; debían ir temprano al colegio y volver antes de las 9, y luego pasar el día entero en el sótano, entre otras cosas.
Sarajevo puede describirse en una sola palabra como ecléctica, ya que se aprecian distintas estéticas arquitectónicas: la otomana, la austríaca, y la yugoslava. También, en ella, se ve reflejada su diversidad religiosa; en Sarajevo conviven musulmanes (en su mayoría), judíos, y católicos, entre otros, por lo que podés encontrar cientos de mezquitas, además de iglesias y sinagogas.
Un dato curioso es que, además de la guerra mencionada, en Sarajevo se desencadenó, en cierta manera, la Primera Guerra Mundial. Allí, el archiduque Franz Ferdinand, heredero del trono de Austria, fue asesinado por Gavrilo Princip; este último país le declaró, posteriormente, la guerra a Serbia, al culparla de la muerte de Ferdinand, Alemania se la declaró a Rusia y a Francia, e invadió Bélgica, Gran Bretaña le declaró la guerra a Alemania, y Austria a Rusia.
Hay un sinfín de puntos de interés para visitar en Sarajevo que están envueltos en historia y singularidades. Una actividad popular e interesante es el tour del Túnel de Sarajevo, construido durante el asedio serbio en la Guerra de Bosnia para conectar la ciudad con territorio de dominio bosnio, del otro lado del aeropuerto, lo que permitió transportar comida, suministros, e incluso personas. Es una buena opción para conocer la historia del Sitio de Sarajevo ocurrido durante los años noventa.
También podés conocer su rica diversidad religiosa al visitar, por ejemplo, la Mezquita del Emperador, la Iglesia de los Santos Miguel y Gabriel, y el Museo Judío. Uno de los lugares más emblemáticoses el centro histórico, Baščaršija, un pedacito de oriente en los Balcanes, donde podés encontrar puestos de artesanías, cafés, y souvenirs. Se puede llegar caminando desde el oeste por la calle Maršala Tita, otra sugerencia en esta ciudad. No te pierdas una caminata por la calle peatonal Ferhadija, la cual es considerada la calle comercial de Sarajevo, y que, a su vez, fusiona culturas y lo nuevo con lo viejo; rodea la Iglesia Ortodoxa, la Torre del Reloj, y la Mezquita de Gazi-Husrev-Beg. Otras alternativas son el Puente Latino de Sarajevo y el Muzej (en cuya convergencia sucedió el asesinato del Archiduque), y el Ayuntamiento. Como siempre, dejarse perder en sus calles te ofrece la posibilidad de absorber su grandeza, porque en Sarajevo se concentran años de historia, diversidad, y cultura.












Un comentario sobre “¿Qué hacer en Sarajevo en tan sólo dos días?”